Recorriendo Suiza
Suiza
In paísjueves, 29 de diciembre de 2011
Buenos Aires
In Américamiércoles, 14 de abril de 2010
El día 22 de diciembre de 2009, llegamos a Buenos Aires, luego de una maratónica travesía iniciada a eso de mediodía del día anterior: una hora de traslado desde La Candelaria donde vivimos, hasta el aeropuerto de Maiquetía, más cuatro horas hasta la partida del vuelo de cuatro horas y media a Lima, sumando seis horas más para el trasbordo y el segundo vuelo de Lima a Buenos Aires, y rematando con otras tres horas para el correspondiente trámite de aduana, la recogida de maletas y el traslado con tráfico hasta el hotel, o sea, 24 en total.
Ese 22, recién comenzaba el verano en Buenos Aires, y con 23 grados, los argentinos ya se quejaban de calor. Para nosotras estaba “fresco” pues habíamos dejado a Caracas con unos inusuales 32 grados. El hotel donde nos alojamos, el 725 Continental, es 5 estrellas… “estrelladas”, es decir, una habitación que era doble, la transformaron en triple y para andar por la misma, había que danzar pasodoble o merengue apambichao, es decir, de medio lado. Para ser sincera, deduje que lo de 5 estrellas era más que por el confort, por la cercanía a todo: situado a 5 cuadras del Obelisco y la avenida 9 de Julio, una de las principales de la ciudad; a 300 metros de la Catedral; y a unos 150 metros del Boulevard. En la cabecera de la entrada, la Casa Rosada, con sus famosos balcones desde los cuales Evita se dirigia a sus descamisados.
Luego de un breve descanso, nos fuimos al Boulevard buscando cajeros automáticos para obtener efectivo; búsqueda infructuosa porque ni la VISA ni la Mastercard, eran aceptadas en los mismos. El Boulevard no tiene nada que envidiar al de Sabana Grande de Caracas, incluyendo los buhoneros apostados en el piso, los policías al acecho y la basura. Regresamos al hotel comenzando a ponerse el sol, a eso de las 9:30 de la noche, algo que no podemos ver en Venezuela.
El día 23, nos correspondía realizar la tradicional panorámica por la ciudad, la cual por cierto, ya habíamos hecho en el año 2000, cuando visitamos algunas ciudades de Suramérica. El recorrido comenzó mal con una Buenos Aires que dista mucho de aquella del 2000. El guía nos señalaba: "a su izquierda observan la Catedral, construida en el año tal…" y nosotras lo que veíamos era una cantidad de pancartas que portaban personas protestando por algo. "Y éste es el famoso Obelisco, erigido para conmemorar...", continuaba explicando el guía, pero al fondo, destacaba un bululú (gentío revoltoso) vociferando por beneficios. A lo largo del recorrido, se veían indigentes deambulando por doquier: en las plazas, frente a la Catedral, a lo largo de la isla de la avenida 9 de Julio, en la zona de las residencias de las Embajadas, donde vimos nichos que fungen de vivienda improvisada con personas durmiendo dentro. Frente al edificio de los Monjes Recoletos, donde están los Gomeros, árboles centenarios plantados por ellos, observé que sus raíces son lo suficientemente altas y amplias, de manera tal que albergan una persona entre ellas, lo cual deduje porque vi a un hombre que se estaba bañando entre las mismas.
Recorriendo la plaza con la famosa Casa Rosada inmortalizada por Evita al fondo, en un momento mi mamá me dice: cuidado con las cacas en el piso. Pero resulta que las cacas eran de humanos. Cuando miré hacia la derecha, observé una pareja joven con un niño de unos 3 años y ella presentaba un embarazo ya avanzado ¿vivían allí? Nos pareció más bien que se encontraban apostados para otro propósito ¿Político?, en vista que también había gente protestando. En fin, ¡estas situaciones solo las vimos en el centro!
A continuación, Buenos Aires dio un giro de 180 grados pues esa si era la Buenos Aires que recordábamos, linda, pintoresca y turística. Visitamos el estadio del Boca Junior: La Bombonera, en el barrio de La Boca. Mi hermana es fanática del fútbol, y especialmente del argentino, y por supuesto, acérrima admiradora del Maradona de los 80 y del actual Messi. Claro está, con el repunte de la "Vinotinto", como denominamos a nuestro equipo de futbol en Venezuela, ella apoya al equipo argentino, siempre y cuando no juegue la vinotinto. A continuación, fuimos a Caminito y luego finalizamos la panorámica en Puerto Madero donde almorzamos. De allí regresamos a pie hasta el hotel, a prepararnos para el Magno Evento de la noche: El Tango Porteño, ese que se baila rapidito, con la cena incluida, antes de la función.
El espectáculo cuenta con seis parejas de jóvenes y una pareja de adultos mayores. Todos excelentes bailarines. Me voy a referir específicamente a un joven extremadamente guapo y muy alto y su compañera. Ambos representaron una pieza muy sensual. Ella está en una cama con los ojos vendados. Quiero ayudarlos a visualizar esa pieza, ¿cómo? Imagínense un tango argentino con arreglos de música clásica: el acordeón y los violines sobresalen. Ella porta una vestimenta con una pieza tan larga, que cuando él la toma en sus brazos, enrolla a la joven en ella, y la desenrolla lanzando a la chica –recuerden que tiene los ojos vendados- hacia arriba, hacia abajo, van y vienen, sobre la cama, en el piso… ella está a merced de él… estaba estupefacta y más, cuando justo al terminar el espectáculo, los mozos (mesoneros) me sustrajeron de mi encanto cuando recorriendo las mesas, solicitaban una propina... Vino a mi memoria un episodio durante nuestra visita en el 2000, de un mesonero -con ese orgullo característico del argentino- a quien quise dejar propina y la rechazó con una sonrisa diciendo: “No por favor, el mozo argentino está para servir” ¿dónde quedó eso? La necesidad hizo el cambio…
El día 24, nos llevaron a la hacienda Santa Susana. Luego del recorrido de la misma -las fotos hablan por sí mismas- saboreamos una excelente parrillada. Ir a Argentina y no comer carne es un crimen. Hubo un espectáculo en vivo de un cantautor y bailes gauchos. Me fascinó el cantante. Una canción que interpretó, hizo que rodaran por mis mejillas unas cuantas lágrimas. Ya saben, no hay tango alegre. Para finalizar la estadía, nos dirigimos hacia una especie de manga de rodeo; allí varios jinetes a galope -que al final resultaron siendo los mismos mesoneros- debían insertar una especia de anillo dentro un aro sostenido por una vara fija. Si acertaban iban y le ofrecían el anillo a una dama. Que conste que las tres obtuvimos nuestro premio, ¿Qué tal?.
Culminamos nuestra estadía en Buenos aires el 25, por nuestra cuenta. Fuimos a la misa de Navidad en la Catedral, y luego dimos unas cuantas vueltas por acá y por allá. Al día siguiente, íbamos directo al Fin del Mundo: Ushuaia.
Sobrevolando las líneas de Nasca
In Américadomingo, 7 de marzo de 2010
¿Cómo las hicieron? ¿Qué significado tendrían para ellos? ¿Cómo es posible que hayan perdurado tantos años? Estas mismas preguntas se las hicieron miles de científicos, arqueólogos astrónomos, investigadores desde que las líneas fueron descubiertas en 1927, y aún no se ha llegado a una sola hipótesis. María Reiche, una científica que dedicó su vida a estudiar este enigma, afirma que se trata de un calendario astronómico gigante. Esta idea es la más aceptada, sin embargo no faltan los que creen que se trata de una gran pista de aterrizaje para OVNIs.
Luego nos trasladamos hasta Ica, y específicamente al oasis de Huacachina. Allí hay un restaurante en el cual almorzamos. Unos chicos, practicaban “esquí” sobre las dunas… Caminamos bordeando el lago rodeado de palmeras y así “bajamos” el almuerzo. Finalmente, nos llevaron al pueblo, y fuimos a un museo, en el cual exponían vasijas y figuras de cerámica y otros artefactos de la cultura Nasca y algunas momias, aun con cabello y “acurrucadas” como si acabaran de quedarse dormidas, cansadas de esperar.
Al final de la tarde, retornamos a Lima, luego de un día de aventura, enigma, magia y emoción. Si tuviera la oportunidad de volver a sobrevolar las líneas, me gustaría hacerlo en globo, menos traumático.
Hasta la próxima bitácora.
Al son de valses
In Europasábado, 6 de febrero de 2010
Hemos tenido la dicha de visitar Viena, la ciudad imperial y musical por excelencia, en un par de ocasiones: en Octubre de 1994 y en Septiembre de 2007.
El Palacio de Belvedere
En la noche, nos llevaron a disfrutar de un concierto con música de Mozart, en El palacio de El Caballero de la Rosa o Palacio Auersperg, donde debutó el famoso compositor, con apenas 6 años de edad. Los músicos interpretaron sus valses y sinfonías, y como amante de la música clásica, me sentí muy emocionada de estar en el mismo palacio donde Mozart tocó.
Finalmente, fuimos a cenar en Grinzing, el pueblito de la viticultura, a 40 Kms de Viena, en una típica taberna, con cena de tres platos y el infaltable vino Heuriger, es decir, el vino verde de la temporada. Respecto a este vino, no puedo menos que decir que “prefiero el vino tinto”. Sin embargo, la música y el ambiente de alegría, aunado al deguste de algunas copas del dichoso vino (en la mesa colocan la botella completa), nos hizo parecer que el vino verde sabe muy bien…
No quiero culminar esta bitácora sin mencionar la belleza de los bosques de Viena en otoño. Recorrerlos acompañados de la música de Strauss, fue una experiencia que vivimos en nuestra primera visita. Era una interminable sucesión de naranjas, rojos, amarillos, verdes y dorados. Era la primera vez que veía tal belleza, sin que se tratara de una fotografía, pues en el trópico, eso no existe. En esa oportunidad nos dirigíamos a Mayerling, a visitar una caverna subterránea con un lago, donde tomamos un barquito que nos paseo por el mismo. La temperatura allí abajo era de 7 grados, pero arriba era de casi cero. A pesar del frío, la espectacularidad de colores que bombardearon mis ojos, me hizo amar el otoño, y por ello es mi estación preferida y en lo posible, planifico todos mis viajes al norte, en Septiembre.
Sin lugar a dudas, Viena es una ciudad para volver una y otra vez.
Hasta la próxima bitácora.