Amanecer en Capadoccia

Amanecer en Capadoccia

Laguna de Mucubají, Mérida

Laguna de Mucubají, Mérida

La Esfinge

La Esfinge

Arco de Triunfo, París

Arco de Triunfo, París

Recorriendo Suiza

Buenos Aires

miércoles, 14 de abril de 2010


Pasamos las Navidades en Buenos Aires y recibimos el 2010 en El Fin del Mundo... no se asusten, no me refiero al apocalíptico año 2012 de los Mayas o a Nostradamus, sino a Ushuaia, al sur de Argentina.

El día 22 de diciembre de 2009, llegamos a Buenos Aires, luego de una maratónica travesía iniciada a eso de mediodía del día anterior: una hora de traslado desde La Candelaria donde vivimos, hasta el aeropuerto de Maiquetía, más cuatro horas hasta la partida del vuelo de cuatro horas y media a Lima, sumando seis horas más para el trasbordo y el segundo vuelo de Lima a Buenos Aires, y rematando con otras tres horas para el correspondiente trámite de aduana, la recogida de maletas y el traslado con tráfico hasta el hotel, o sea, 24 en total.

Ese 22, recién comenzaba el verano en Buenos Aires, y con 23 grados, los argentinos ya se quejaban de calor. Para nosotras estaba “fresco” pues habíamos dejado a Caracas con unos inusuales 32 grados. El hotel donde nos alojamos, el 725 Continental, es 5 estrellas… “estrelladas”, es decir, una habitación que era doble, la transformaron en triple y para andar por la misma, había que danzar pasodoble o merengue apambichao, es decir, de medio lado. Para ser sincera, deduje que lo de 5 estrellas era más que por el confort, por la cercanía a todo: situado a 5 cuadras del Obelisco y la avenida 9 de Julio, una de las principales de la ciudad; a 300 metros de la Catedral; y a unos 150 metros del Boulevard. En la cabecera de la entrada, la Casa Rosada, con sus famosos balcones desde los cuales Evita se dirigia a sus descamisados.

Luego de un breve descanso, nos fuimos al Boulevard buscando cajeros automáticos para obtener efectivo; búsqueda infructuosa porque ni la VISA ni la Mastercard, eran aceptadas en los mismos. El Boulevard no tiene nada que envidiar al de Sabana Grande de Caracas, incluyendo los buhoneros apostados en el piso, los policías al acecho y la basura. Regresamos al hotel comenzando a ponerse el sol, a eso de las 9:30 de la noche, algo que no podemos ver en Venezuela.

El día 23, nos correspondía realizar la tradicional panorámica por la ciudad, la cual por cierto, ya habíamos hecho en el año 2000, cuando visitamos algunas ciudades de Suramérica. El recorrido comenzó mal con una Buenos Aires que dista mucho de aquella del 2000. El guía nos señalaba: "a su izquierda observan la Catedral, construida en el año tal…" y nosotras lo que veíamos era una cantidad de pancartas que portaban personas protestando por algo. "Y éste es el famoso Obelisco, erigido para conmemorar...", continuaba explicando el guía, pero al fondo, destacaba un bululú (gentío revoltoso) vociferando por beneficios. A lo largo del recorrido, se veían indigentes deambulando por doquier: en las plazas, frente a la Catedral, a lo largo de la isla de la avenida 9 de Julio, en la zona de las residencias de las Embajadas, donde vimos nichos que fungen de vivienda improvisada con personas durmiendo dentro. Frente al edificio de los Monjes Recoletos, donde están los Gomeros, árboles centenarios plantados por ellos, observé que sus raíces son lo suficientemente altas y amplias, de manera tal que albergan una persona entre ellas, lo cual deduje porque vi a un hombre que se estaba bañando entre las mismas.

Recorriendo la plaza con la famosa Casa Rosada inmortalizada por Evita al fondo, en un momento mi mamá me dice: cuidado con las cacas en el piso. Pero resulta que las cacas eran de humanos. Cuando miré hacia la derecha, observé una pareja joven con un niño de unos 3 años y ella presentaba un embarazo ya avanzado ¿vivían allí? Nos pareció más bien que se encontraban apostados para otro propósito ¿Político?, en vista que también había gente protestando. En fin, ¡estas situaciones solo las vimos en el centro!

A continuación, Buenos Aires dio un giro de 180 grados pues esa si era la Buenos Aires que recordábamos, linda, pintoresca y turística. Visitamos el estadio del Boca Junior: La Bombonera, en el barrio de La Boca. Mi hermana es fanática del fútbol, y especialmente del argentino, y por supuesto, acérrima admiradora del Maradona de los 80 y del actual Messi. Claro está, con el repunte de la "Vinotinto", como denominamos a nuestro equipo de futbol en Venezuela, ella apoya al equipo argentino, siempre y cuando no juegue la vinotinto. A continuación, fuimos a Caminito y luego finalizamos la panorámica en Puerto Madero donde almorzamos. De allí regresamos a pie hasta el hotel, a prepararnos para el Magno Evento de la noche: El Tango Porteño, ese que se baila rapidito, con la cena incluida, antes de la función.

El espectáculo cuenta con seis parejas de jóvenes y una pareja de adultos mayores. Todos excelentes bailarines. Me voy a referir específicamente a un joven extremadamente guapo y muy alto y su compañera. Ambos representaron una pieza muy sensual. Ella está en una cama con los ojos vendados. Quiero ayudarlos a visualizar esa pieza, ¿cómo? Imagínense un tango argentino con arreglos de música clásica: el acordeón y los violines sobresalen. Ella porta una vestimenta con una pieza tan larga, que cuando él la toma en sus brazos, enrolla a la joven en ella, y la desenrolla lanzando a la chica –recuerden que tiene los ojos vendados- hacia arriba, hacia abajo, van y vienen, sobre la cama, en el piso… ella está a merced de él… estaba estupefacta y más, cuando justo al terminar el espectáculo, los mozos (mesoneros) me sustrajeron de mi encanto cuando recorriendo las mesas, solicitaban una propina... Vino a mi memoria un episodio durante nuestra visita en el 2000, de un mesonero -con ese orgullo característico del argentino- a quien quise dejar propina y la rechazó con una sonrisa diciendo: “No por favor, el mozo argentino está para servir” ¿dónde quedó eso? La necesidad hizo el cambio…
Cenando en "Tango Porteño"

El día 24, nos llevaron a la hacienda Santa Susana. Luego del recorrido de la misma -las fotos hablan por sí mismas- saboreamos una excelente parrillada. Ir a Argentina y no comer carne es un crimen. Hubo un espectáculo en vivo de un cantautor y bailes gauchos. Me fascinó el cantante. Una canción que interpretó, hizo que rodaran por mis mejillas unas cuantas lágrimas. Ya saben, no hay tango alegre. Para finalizar la estadía, nos dirigimos hacia una especie de manga de rodeo; allí varios jinetes a galope -que al final resultaron siendo los mismos mesoneros- debían insertar una especia de anillo dentro un aro sostenido por una vara fija. Si acertaban iban y le ofrecían el anillo a una dama. Que conste que las tres obtuvimos nuestro premio, ¿Qué tal?.

Culminamos nuestra estadía en Buenos aires el 25, por nuestra cuenta. Fuimos a la misa de Navidad en la Catedral, y luego dimos unas cuantas vueltas por acá y por allá. Al día siguiente, íbamos directo al Fin del Mundo: Ushuaia.
Les dejo una presentación con el resto de las fotografías. Hasta la próxima bitácora.

Sobrevolando las líneas de Nasca

domingo, 7 de marzo de 2010



Arribamos muy temprano al pequeño aeropuerto de Nazca o Nasca, como mejor tengan a bien llamarla, procedentes de Lima. Nos instalaron en un espacio abierto, mientras degustábamos un te, a esperar nuestro turno para sobrevolar las líneas. Mi hermana consiguió unos folletos y adquirió un libro con explicaciones de las figuras que íbamos a ver. Mi penuria comenzó cuando vi el tamaño de la avioneta en la cual íbamos a volar… parecía de juguete. La avioneta era para seis personas: el piloto, una pareja de la India y nosotras tres.

El vuelo duró alrededor de hora y media, ida y vuelta, pero sobre las líneas, la duración fue de unos 30 minutos. No teníamos guía, sino que nos colocamos unos audífonos para ir escuchando la narración a medida que veíamos las figuras: el astronauta, el mono, el loro, el árbol, el colibrí, la ballena… Algunas con dimensiones de casi 300 metros de longitud.

La emoción iba en aumento, pero solo para mi hermana quien iba filmando y disfrutando, mientras exclamaba “Mira el astronauta… ahora las manos… y el colibrí” (ver más en Las líneas de Nasca), mientras la señora de la India y yo, estábamos como paralizadas por la espantosa sensación de vértigo ocasionado por las “volteretas” de la avioneta cuando giraba a la izquierda 90 grados “para que viéramos de cerca y desde arriba la figura”. O sea: quedábamos cabeza abajo…. Y por si fuera poco, de regreso, nuevamente la avioneta se volteaba pero ahora a la derecha… para que viéramos la figura desde otro ángulo. Total, que salvo la figura del astronauta, que está grabada sobre la roca y no en el suelo, poco pude apreciar las líneas. De regreso, tuvieron que auxiliarme pues llegué casi al borde del desmayo. Posteriormente las vi toditas en el video, instalada cómodamente en mi casa.

¿Cómo las hicieron? ¿Qué significado tendrían para ellos? ¿Cómo es posible que hayan perdurado tantos años? Estas mismas preguntas se las hicieron miles de científicos, arqueólogos astrónomos, investigadores desde que las líneas fueron descubiertas en 1927, y aún no se ha llegado a una sola hipótesis. María Reiche, una científica que dedicó su vida a estudiar este enigma, afirma que se trata de un calendario astronómico gigante. Esta idea es la más aceptada, sin embargo no faltan los que creen que se trata de una gran pista de aterrizaje para OVNIs.


Luego nos trasladamos hasta Ica, y específicamente al oasis de Huacachina. Allí hay un restaurante en el cual almorzamos. Unos chicos, practicaban “esquí” sobre las dunas… Caminamos bordeando el lago rodeado de palmeras y así “bajamos” el almuerzo. Finalmente, nos llevaron al pueblo, y fuimos a un museo, en el cual exponían vasijas y figuras de cerámica y otros artefactos de la cultura Nasca y algunas momias, aun con cabello y “acurrucadas” como si acabaran de quedarse dormidas, cansadas de esperar.


Al final de la tarde, retornamos a Lima, luego de un día de aventura, enigma, magia y emoción. Si tuviera la oportunidad de volver a sobrevolar las líneas, me gustaría hacerlo en globo, menos traumático.

Hasta la próxima bitácora.


Al son de valses

sábado, 6 de febrero de 2010

El Danubio azul,la estrella de Viena.


Hemos tenido la dicha de visitar Viena, la ciudad imperial y musical por excelencia, en un par de ocasiones: en Octubre de 1994 y en Septiembre de 2007.

La primera vez que visitamos Viena, nos alojamos en el Hotel Kaiserpark-Schönbrunn originariamente construido en 1903 como casa de huéspedes del castillo, que tiene vistas a los jardines del palacio Schönbrunn, con innumerables habitaciones, tantas que te perdías recorriendo laberintos de corredores hasta que atinabas a dar con la tuya. En la segunda ocasión, el hotel estaba algo alejado del centro. Llegamos a Viena a eso de medio día, procedentes de Copenhaguen. Nos gusta recorrer a pie los alrededores de los hoteles en los cuales nos alojamos, siempre que la seguridad lo permita.
Así que, después de almorzar, solicitamos un mapa en la recepción del hotel, y bien comenzamos a caminar, descubrimos que a escasos 80 metros teníamos el parque de atracciones Wurstelprater, el cual es el más antiguo del mundo. Es inmenso, así que pasamos el resto del día y de la noche disfrutando… de ver a otros… gritando de emoción en la montaña rusa, y otras atracciones similares que producen vértigo. Cenamos en uno de los restaurantes que tiene el parque, y de postre, una exquisita porción de Apfelstrudel (Pastel de manzana) al estilo vienés: servida aún tibia.


Interior del Palacio de Schönbrunn

Al día siguiente, realizamos un recorrido por la ciudad, pasando por El Prater y La Noria de Ferris, Naciones Unidas, Palacio Schönbrunn, Palacio Belvedere, el Museo Albertina y el Burgtheater. En el desplegable “Galería de Bitácoras”, pueden seleccionar VIENA para ver más fotografías de estos impactantes palacios y parques.


El Palacio de Belvedere


En la noche, nos llevaron a disfrutar de un concierto con música de Mozart, en El palacio de El Caballero de la Rosa o Palacio Auersperg, donde debutó el famoso compositor, con apenas 6 años de edad. Los músicos interpretaron sus valses y sinfonías, y como amante de la música clásica, me sentí muy emocionada de estar en el mismo palacio donde Mozart tocó.


Finalmente, fuimos a cenar en Grinzing, el pueblito de la viticultura, a 40 Kms de Viena, en una típica taberna, con cena de tres platos y el infaltable vino Heuriger, es decir, el vino verde de la temporada. Respecto a este vino, no puedo menos que decir que “prefiero el vino tinto”. Sin embargo, la música y el ambiente de alegría, aunado al deguste de algunas copas del dichoso vino (en la mesa colocan la botella completa), nos hizo parecer que el vino verde sabe muy bien…

No quiero culminar esta bitácora sin mencionar la belleza de los bosques de Viena en otoño. Recorrerlos acompañados de la música de Strauss, fue una experiencia que vivimos en nuestra primera visita. Era una interminable sucesión de naranjas, rojos, amarillos, verdes y dorados. Era la primera vez que veía tal belleza, sin que se tratara de una fotografía, pues en el trópico, eso no existe. En esa oportunidad nos dirigíamos a Mayerling, a visitar una caverna subterránea con un lago, donde tomamos un barquito que nos paseo por el mismo. La temperatura allí abajo era de 7 grados, pero arriba era de casi cero. A pesar del frío, la espectacularidad de colores que bombardearon mis ojos, me hizo amar el otoño, y por ello es mi estación preferida y en lo posible, planifico todos mis viajes al norte, en Septiembre.

Sin lugar a dudas, Viena es una ciudad para volver una y otra vez.

Hasta la próxima bitácora.

El Perito Moreno

jueves, 7 de enero de 2010

Dia 29: llegada a El Calafate.

Les contamos, que pasamos Nochebuena y Fin de Año, en el Sur del continente. El día 22 llegamos a Buenos Aires y allí estuvimos hasta el 25. El día 26 fuimos a Ushuaia, ubicada en la tierra del fuego o del fin del mundo, y finalmente, el día 29 nos trasladamos a El Calafate. Usualmente las bitácoras se narran cronológicamente. Inusualmente, comenzaremos esta bitácora al revés, es decir, comentándoles algo sobre El Calafate y el famoso glaciar Perito Moreno, en lugar de comenzar por Buenos Aires, para ser más originales. En realidad, es para ir en concordancia con los otros blogs, Ciencias Naturales y Andanzas, cuyas publicaciones versan sobre el famoso glaciar.

Volamos entonces el día 29 desde Ushuaia a El Calafate, donde arribamos a su nuevo aeropuerto internacional a eso de las 2 p.m. Un aeropuerto mínimo pero muy moderno. Lo mejor de ser tan pequeño fue que en un abrir y cerrar de ojos, ¡ya teníamos las maletas y habíamos pasado por inmigración! Nuestro hotel Patagonia Park, inaugurado por el entonces presidente Néstor Kirchner, se encuentra a siete cuadras del centro. La habitación tenía “vista al lago”. Cuando buscamos la “vista”, era una rayita verde esmeralda, allá… por la lontananza. Pero bueno, ¡tenia vista y punto¡.

La puesta del sol en Ushuaia, era a las 11 p.m. En Buenos Aires era a las 9:00 p.m. Así que asumimos que en El Calafate sería como a las 10 p.m. Teníamos por delante, el resto del día por nuestra cuenta, para conocer El Calafate y cenar. Nos fuimos en el carrito de San Fernando. A medio camino, nos cayó una leve granizada. El viento patagónico es muy fuerte y en ocasiones supera los 100 kph. Ese día había una temperatura de 8 grados y el viento gélido casi nos arrancaba los gorros.

Otros venezolanos, de los muchos que nos encontramos por allá, nos habían comentado que su avenida principal era más pequeña que la de La Colonia Tovar y no se equivocaron. Nos habíamos hecho una imagen de un pueblito con casitas típicas, pero nada que ver. En una hora recorrimos toda la avenida, plena de tiendas y restaurantes. No nos fue muy bien con la cena, y el cuento se los debemos para otra bitácora sobre curiosidades y anécdotas. Pero si nos fue muy bien con el postre. En “Laguna Negra” degustamos un exquisito chocolate caliente con su respectiva ración de torta… de chocolate, tan buena, que volvimos al día siguiente (¡vinimos con dos kilos de más!)

Día 30: el magno evento.

El 30 era el día del magno evento: conocer el Perito Moreno. Nos vinieron a buscar a eso de las 9 y media. Nuestra guía Vilma, iba explicándonos sobre el paisaje que cambia de pampa a bosque de lengas y luego a tundra con turbas. Asimismo, detallaba como se forma el dique y el famoso arco del glaciar que aproximadamente cada cuatro años se rompe, produciendo un espectáculo único. Lamentablemente, hubo un rompimiento en 2008 así que no habrá otro hasta el “2012”… ¡mosca! año supuestamente cataclísmico. Humildemente, vimos unos cuantos desprendimientos, también dignos de recordar.

El Glaciar Perito Moreno, se encuentra ubicado frente a la Península de Magallanes, al sur del Parque Nacional Los Glaciares, a unos 80 km de El Calafate. Tiene un 30 km de longitud y una superficie de 258 km2 de hielo, distribuidos desde una altura de 2950 m hasta su frente terminal que está produciendo témpanos en el Lago Argentino ubicado en Argentina, compartido con Chile, con un frente de cinco kilómetros de longitud y sesenta metros de altura. Bautizado con ese nombre en honor de Francisco Moreno, creador de la Sociedad Científica Argentina y activo explorador de la zona austral de ese país. Es uno de los glaciares más imponentes del mundo, por las espectaculares vistas que ofrece. En el blog Ciencias Naturales, explicamos brevemente y con imágenes, la formación y rompimiento del glaciar.

Decir que el Perito Moreno es imponente, es quedarse corto. Aún estamos impresionadas de tanta majestuosidad. Las imágenes dicen más que mil palabras, reza el dicho, por ello les dejamos algunas fotografías en Andanzas y a continuación:

¡Hasta la próxima bitácora!

Nayemi y Zully
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