Arribamos muy temprano al pequeño aeropuerto de Nazca o Nasca, como mejor tengan a bien llamarla, procedentes de Lima. Nos instalaron en un espacio abierto, mientras degustábamos un te, a esperar nuestro turno para sobrevolar las líneas. Mi hermana consiguió unos folletos y adquirió un libro con explicaciones de las figuras que íbamos a ver. Mi penuria comenzó cuando vi el tamaño de la avioneta en la cual íbamos a volar… parecía de juguete. La avioneta era para seis personas: el piloto, una pareja de la India y nosotras tres.
El vuelo duró alrededor de hora y media, ida y vuelta, pero sobre las líneas, la duración fue de unos 30 minutos. No teníamos guía, sino que nos colocamos unos audífonos para ir escuchando la narración a medida que veíamos las figuras: el astronauta, el mono, el loro, el árbol, el colibrí, la ballena… Algunas con dimensiones de casi 300 metros de longitud.
La emoción iba en aumento, pero solo para mi hermana quien iba filmando y disfrutando, mientras exclamaba “Mira el astronauta… ahora las manos… y el colibrí” (ver más en
Las líneas de Nasca), mientras la señora de la India y yo, estábamos como paralizadas por la espantosa sensación de vértigo ocasionado por las “volteretas” de la avioneta cuando giraba a la izquierda 90 grados “
para que viéramos de cerca y desde arriba la figura”. O sea: quedábamos cabeza abajo…. Y por si fuera poco, de regreso, nuevamente la avioneta se volteaba pero ahora a la derecha… para que viéramos la figura desde otro ángulo. Total, que salvo la figura del astronauta, que está grabada sobre la roca y no en el suelo, poco pude apreciar las líneas. De regreso, tuvieron que auxiliarme pues llegué casi al borde del desmayo. Posteriormente las vi toditas en el video, instalada cómodamente en mi casa.
¿Cómo las hicieron? ¿Qué significado tendrían para ellos? ¿Cómo es posible que hayan perdurado tantos años? Estas mismas preguntas se las hicieron miles de científicos, arqueólogos astrónomos, investigadores desde que las líneas fueron descubiertas en 1927, y aún no se ha llegado a una sola hipótesis. María Reiche, una científica que dedicó su vida a estudiar este enigma, afirma que se trata de un calendario astronómico gigante. Esta idea es la más aceptada, sin embargo no faltan los que creen que se trata de una gran pista de aterrizaje para OVNIs.
Luego nos trasladamos hasta Ica, y específicamente al oasis de Huacachina. Allí hay un restaurante en el cual almorzamos. Unos chicos, practicaban “esquí” sobre las dunas… Caminamos bordeando el lago rodeado de palmeras y así “bajamos” el almuerzo. Finalmente, nos llevaron al pueblo, y fuimos a un museo, en el cual exponían vasijas y figuras de cerámica y otros artefactos de la cultura Nasca y algunas momias, aun con cabello y “acurrucadas” como si acabaran de quedarse dormidas, cansadas de esperar.
Al final de la tarde, retornamos a Lima, luego de un día de aventura, enigma, magia y emoción. Si tuviera la oportunidad de volver a sobrevolar las líneas, me gustaría hacerlo en globo, menos traumático.
Hasta la próxima bitácora.